jueves, 17 de octubre de 2013

Juego y aprendizaje


RELACIÓN JUEGO Y APRENDIZAJE






En contra de la opinión popular, el juego tiene un importante papel en el desarrollo psicológico de las personas.

El juego, inherente al ser humano, es una actividad placentera, espontánea y voluntaria. Nos permite obtener placer y diversión, produciendo un efecto relajante o activador (según el caso). Además de ser un excelente medio de evasión de la realidad, el juego tiene otras funciones.

Importancia del juego


Las actividades lúdicas permiten al niño/a explorar y descubrir el mundo, así como socializarse. Modelar barro, jugar a las cocinitas, a construir una cabaña, etc. son actividades que sirven de preparación a otras que realizaremos en el futuro. No cabe duda de que las canciones y bailes, el dibujo, los juegos con arena, tierra o plastilina, son el caldo de cultivo de actividades deportivas y artísticas posteriores.





El juego espontáneo fomenta la comunicación, cooperación e integración entre iguales, así como la adquisición progresiva de normas, sentando además las bases de la amistad. Por otro lado, ayuda a la transmisión de los valores socioculturales de nuestro grupo de referencia.

Un adecuado desarrollo psicológico dependerá de las posibilidades de juego existentes durante la infancia. Según la Declaración de los Derechos del Niño (ONU), el niño ha de disfrutar plenamente de juegos y recreaciones. La actividad lúdica influye en el desarrollo psicomotor y emocional (por ejemplo en la tolerancia a la frustración o el reconocimiento de emociones en los demás y regulación de las propias, etc.). El juego condiciona el desarrollo cognitivo ya que permite explorar, crear, inventar e imaginar, favorece la atención, la lógica y el lenguaje.

Por estas razones, el juego tiene un importante valor terapéutico, siendo habitual utilizar actividades lúdicas como herramienta en las sesiones de intervención psicológica y psicopedagógica con niños/as y adolescentes. También es utilizado como recurso en la evaluación.


Evolución del juego

 

Desde los primeros meses, observamos que el bebé inicia conductas por el mero placer que le producen, como sonidos vocales y guturales o coger y soltar objetos, golpear un objeto contra otro, etc. Hacia los dos años aparece el juego simbólico (“hacer como si”). Es el momento en el que el niño/a coge un palo y hace como fuese un avión, representa que toma la sopa o que duerme a su osito, habla por teléfono, etc. imitando a los adultos. Este tipo de actividad nos permite saber cómo se encuentra el niño/a y cómo nos ve a nosotros, ya que actúa imitándonos.


 
 
Hacia los tres años es el momento del juego de movimiento (correr, dar vueltas, brincar, etc.), que facilita aspectos como la coordinación gruesa o el equilibrio. A los cuatro años llega el turno de los juegos que favorecen la coordinación fina (ojo-mano): estrujar, rasgar, cortar y pegar, amasar o dibujar. Estas actividades lúdicas se complementan con otras de la vida cotidiana como la escritura, atarse los botones y cordones, utilizar los cubiertos, etc. Son típicos los juegos de “desorden” o “destrucción” que buscan claramente el placer sensorial y motriz.


En torno a los 5 ó 6 años, cobran importancia los juegos de construcción y las actividades lúdicas con reglas arbitrarias (confusas o cambiantes), que fomentan la capacidad espacial y de planificación.



Entre los 6 y 7 años se desarrollan los juegos relacionados con la vida real, en los que hay varios personajes y que presentan mayor orden y duración, lo que prepara para la cooperación.

Entre los 8 y 11 años aparecen los juegos de reglas, en los que hay unas normas fijas y es necesaria la cooperación entre los jugadores. Progresivamente estos juegos reglados adquieren mayor complejidad hasta llegar a los juegos de adultos.

Cómo elegir un juguete



En ocasiones, el juego se estructura en torno a un juguete. Si queremos ofrecer al niño uno, debemos tener en consideración algunos aspectos:

 
 
  • Edad
  • Preferencias del niño/a
  • Que se acerque a sus intereses
  • Debe respetar las normas de seguridad
  • Posibilidades de uso (conviene que sea un juguete “abierto”, que permita utilizarlo de diversas maneras, fomentando la creatividad)
  • Que favorezca la manipulación y el descubrimiento
  • Que ayude a expresarse y comunicarse
  • Que facilite el contacto con otros niños/as o con adultos
  • Que evite la competitividad y las connotaciones belicistas
 
Verónica Lamadrid
Psicóloga Especialista en Intervención en Dificultades del Aprendizaje

 
 
 
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